CAPÍTULO 24 (ÚLTIMA PARTE)

CAPÍTULO 24 (última parte)

Ambos coincidimos en que queríamos comenzar con nuestra vida juntos lo antes posible. Y como casarse no era algo que se pudiera arreglar en un par de días, Mariano decidió que vivir juntos en casa sería lo más práctico, idea que me encantó. Y al comprobar que estaba feliz con su propuesta, huyó rápidamente de casa a recoger sus cosas de casa de sus padres y a comunicarse con gente de Estados Unidos para que le enviaran algunas pertenencias que allí le habían quedado.

En soledad me permití celebrar nuestra decisión, llena de espontaneidad y de ilusión... En esos momentos realmente sabía que estábamos haciendo lo correcto, que estar juntos nunca podría hacernos mal, muy por el contrario, era nuestro destino.

Necesitaba compartir aquella felicidad y por ello decidí invitar a mis amigas a cenar a algún restaurante.
Pero al comunicarme con Lola, muy contenta, ella me dijo que también quería tener una reunión de las cuatro. Su actitud me desorientó y no logré dilucidar a qué se debía.

Al llegar al bar, comprobé que tanto Lucrecia como Naty se encontraban tan desorientadas como yo.
-Bueno. Necesitaba hablar con ustedes -Lola estaba muy nerviosa y nosotras sólo esperábamos que pudiera terminar la oración-. Quería contarles algo muy importante -y sin más, declaró: - Me voy a vivir a lo de Fede y vamos a buscar bebé -enmudeció y nos miró expectante.
Me sorprendió. Que vivieran juntos me parecía genial, pero era raro imaginar a mi amiga embarazada, haciéndose cargo de un hijo.
Natalia fue la primera en reaccionar, interrumpiendo mis pensamientos.
-¡Felicitaciones! ¡Qué lindo! Y me encanta que quieran tener un hijo.
-Sí, genial, pero ¿cómo es eso de que quieren tener un hijo? –le pregunté intrigada.
-No sé, hace tiempo que venimos hablando del tema, y ahora que vamos a vivir juntos, nos entusiasmamos aún más. Ayer fue la primera vez que no nos cuidamos, así que ya está, ahora será cuando Dios quiera.
-Me encanta que estés tan contenta... ¡Vas a ser la primera en ser mamá! -ya me había contagiado su entusiasmo y me sentía emocionada.
-Bueno, pará, primero tengo que quedar embarazada, pero va a ser raro, seguramente me cambiará la vida. -con Naty nos mostramos ignorantes, pero Lucrecia contestó riendo.
-Mi mamá dice que los hijos te cambian la vida, que hay un antes y un después. Pero supongo que será positivo, porque sino, la gente no seguiría teniendo hijos.
-Bueno, ahora les cuento yo. Aunque no entiendan mucho, yo también tengo noticias. Vamos a vivir juntos con Mariano.
Mi noticia también las sorprendió.
-Pero recién cortaste con Francisco -dijo Lucrecia algo sorprendida.
-Cortaron porque volvió Mariano -agregó Lola.
-Y sí, fue una semana intensa, pero cuando estoy con Mariano ya no puedo pensar en otra cosa que no sea estar con él... Y decidimos casarnos el año que viene, por ahora se viene a vivir a casa.-
Charlamos toda la noche, tanto Lola como yo estábamos muy emocionadas con nuestras novedades.
Cuando no estábamos despidiendo, Lola me separó unos segundos del grupo.
-Con Fede ya hablamos de todo. Quiero que sepas que vos vas a ser la madrina del bebé.
-¡Gracias, Lola! Pero tranqui, todavía no estás embarazada y ya estás planificando el bautismo. Tómense las cosas con calma, porque si no se van a enloquecer. Pero para mí es un honor ser la madrina de tu futuro bebé... ¡Gracias!
-Vos te lo merecés, además de ser mi mejor amiga, gracias a vos conocí a Fede... Ah, y Fede dijo que quiere que el padrino sea Frank. ¿Eso te causa problema?
-¡No, Lola! Pero basta, no puedo creer el acelere que tenés.

Al llegar a casa no podía dormir. Lola había logrado contagiarme su excitación. A mí me parecía tan lejana la idea de tener un hijo, y ella ya estaba planeando su bautismo. Sería un cambio radical en su vida, y también en las nuestras.

En aquel invierno de nuestro reencuentro, dividí mis pensamientos y acciones entre Mariano y la facultad.
No nos alcanzaban las horas para relatar nuestro tiempo separado o planear el casamiento, que habíamos decidido realizar para comienzos del año próximo.
Pero por otro lado, luchaba con los libros y presentaciones para lograr rendir mis últimos exámenes y así recibirme de psicopedagoga.
Y así fue que en septiembre, por fin rendí mi último exámen y obtuve mi título.
Aunque no tenía ni idea de qué haría con él, estaba muy feliz por haber concluido esa etapa de mi vida.
Mariano organizó una fiesta en casa y al despedir al último de los invitados, me pidió que lo acompañara al playroom.
Aunque intentó desviar mi atención, no pude dejar de ver un inmenso paquete envuelto para regalo que estaba apoyado sobre una de las paredes.
-Me acuerdo de un día en que estabas muy preocupada porque no sabías qué querías hacer con tu vida. Había sido mi culpa. Me acuerdo que nos sentamos a hablar y yo recordé que te encantaba dibujar. Hoy te veo y ese día me parece muy distante. Pudiste terminar una carrera, pudiste dedicarte a la pintura, te impusiste y decidiste vivir sola. Creciste mucho Poty y yo estoy muy orgulloso de vos. Y te agradezco por dejarme acompañarte en todos esos momentos de tu vida -lo interrumpí.
-Vos no me acompañaste, vos fuiste y sos parte de mi vida -me sonrió.
-Sí, tenés razón. Por eso quería regalarte algo que te dejara un mensaje de lo que siento. No sé si tiene mucho que ver con tu carrera, pero sí con tu vida.
Tomó el paquete y lo puso delate mío. Rompí el papel y me encontré con un caballete y un paquete más pequeño que contenía óleos, pinceles y pasteles.
-Quiero que sigas pintando tu vida y que siempre puedas descubrir y disfrutar de los matices.
Me encantó su mensaje, amé su modo de conocerme.
-Te amo, Negro, te amo por entenderme, por acompañarme... te amo.
Lo abracé con desesperación y no despegué mis labios de los suyos, hasta que logré llevarlo a mi cuarto.

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