Capítulo 18

CAPÍTULO 18

Estaba perdida, no lograba comprender lo que me estaba sucediendo. ¿Me había equivocado? ¿Había actuado mal con Mariano? ¿Tan mal estaba querer tomarme tiempo para decidir sobre mi futuro? ¿Merecía que Mariano me castigara quitándome su amor? Realmente no sabía que pensar.
Regresé a casa, cansada de intentar entender, y me encontré con mi padre que desayunaba.
-Pensé que habías dormido en casa, Po -me dijo sorprendido.
-Sí, dormí en casa, pero me junté a desayunar con Mariano. Me acaba de cortar -papá se atragantó con el café y me exigió que le contara lo que había sucedido y así lo hice. Conversar con mi padre me hizo bien, me dejó ver las cosas en perspectiva.
-Seguro que Mariano está muy nervioso y tal vez, cortarla con vos, es la manera de defenderse. Él sabe que te va a extrañar muchísimo estando tan lejos. Si a vos te importa, no dejes de intentar que te entienda. Yo creo que tomaste la decisión correcta, Poty... y no puedo negar que me alegra muchísimo que decidieras quedarte.
Lo abracé con fuerza para agradecerle y me encerré en el baño para darme una larga ducha.
Y pensar que mañana cumpliríamos dos años, me sorprendí pensando... ¡Claro! Mañana sería la noche previa al cumpleaños de Mariano. Sería mi oportunidad para recuperarlo. Él ya estaría más tranquilo y con mi sorpresa seguro que reflexionaría y aceptaría mi decisión. ¡Sí! Sería mi esperanza para arreglar las cosas.
Esperé que llegara el día con ansiedad y pasada la tarde, sabiendo que Mariano no se encontraría, entré a su departamento.
Decoré el living con globos y carteles, me esforcé en preparar lasagna, su plato preferido, y cuando me pareció que ya estaba todo listo, me vestí y me peiné con mayor esmero que el habitual.
Esperé varias horas y comencé a pensar que Mariano nunca llegaría, cuando de pronto se abrió la puerta.
Mariano entró desganado, pero de pronto quedó sorprendido al ver la decoración de su hogar.
-¿Qué hacés acá, Poty? -pensé que vería una sonrisa en su rostro, pero no la encontré.
-Vine a festejar tu cumpleaños, a demostrarte que te amo y que no tiene sentido que cortemos -pensé en acercarme y besarlo, pero no me pareció buena idea.
-Po, no quiero que te sientas mal, pero lo pensé bien y sostengo lo mismo que ayer -por lo menos en su voz no se notaba el enojo y la frialdad del día anterior. Con lentitud se acercó hasta mí, y acarició mi cabeza-. Gracias por esta sorpresa -esta vez, no quise refrenar mis impulsos, lo abracé con fuerza y besé sus labios.
-Aunque no logre hacerte cambiar de opinión, creo me merezco una oportunidad y si después de esta noche no logro convencerte, ésta será nuestra despedida.
-¿Va a servir de algo que me niegue? -preguntó con cara de resignación, y al negar con mi cabeza, sonrió y me besó.

Casi no pronunciamos palabra durante la cena, aunque era evidente que ambos teníamos muchas cosas por decirnos, pero tal vez ninguno se animaba a acabar con la ficticia calma en la que nos encontrábamos.
-Es raro pensar que justo hoy, que cumpliríamos dos años de elegirnos, sea el día que nos separemos -al fin se animó a decir mientras caminaba hacia el living.
-No entiendo, Mariano, te juro que no entiendo por qué estás tan cerrado. Usando tus palabras, ¿por qué te negás a seguir eligiéndonos?
Mariano se sentó en el sillón y yo me senté a sus pies para poder mirarlo.
-No sé, Po, tal vez porque me duele mucho darme cuenta de que los dos preferimos otras cosas a estar juntos. El otro día, cuando me dijiste que no querías irte conmigo, me enfurecí... pero después me di cuenta de que yo tampoco estoy dispuesto a quedarme. Por eso cuestiono nuestros sentimientos. Los dos priorizamos nuestro futuro por separado a nuestro futuro juntos.
-Yo no veo las cosas como vos. Mi decisión no tiene nada que ver con lo que siento por vos, porque yo no dudo de lo que siento, pero entiendo que te joda, Negro, te vas a otro país, a comenzar una nueva vida. Entiendo que te joda irte solo y que yo no quiera acompañarte. Lo que no entendés es que tal vez en un tiempo sí te acompañe, o tal vez vos vuelvas.
-No sé, Po, creo que me va a doler menos y me va a ilusionar menos si me voy sabiendo que lo nuestro se terminó.
-Aunque digamos que se cortó todo, las palabras no van a hacer que los sentimientos cambien. -Pero va a ayudar. Ya firmé el contrato, me voy en quince días. Traté de acelerar lo más que pude mi partida, para terminar con esta transición.
Sus palabras me cayeron como un balde de agua helada. Hacían todo mucho más real. En quince días no volvería a verlo, por lo menos por un largo tiempo, y Mariano ya no sería mi novio.
-¿Quince días? ¿Y qué vamos a hacer con estos 15 días? Te aclaro que te prohíbo decir que no querés que nos veamos -le dije acongojada.
-¿Por qué no aceptás mi decisión de separarnos?
-Porque no me puedo resignar a no volver a hacerte el amor, a abrazarte, a pasar un rato con vos. Si me querés cortar, podés hacerlo en 15 días, pero no me prives de estos últimos momentos.... o... ¿realmente no me amas más? -ya no podía retener más las lágrimas-. Me cuesta entender cómo podés ser tan frío y duro conmigo. Yo jamás te traté tan mal como vos lo estás haciendo conmigo. Siento que me castigás por algo que no tengo la culpa.
-Claro que te amo, Poty -se arrodilló a mi lado-. Por eso prefiero estar distante, así me va a doler menos. Pero tenés razón. No hace falta empezar hoy cuando en 15 días va a ser inevitable. Perdoname, te juro que no quise hacerte sufrir, en serio, perdoname -me abrazó con fuerza y besó con mucha dulzura mis labios.

Y aunque intentamos que esos días que nos quedaban fueran tan naturales como todos los días que habíamos vivido hasta entonces, no lo logramos, no logramos librarnos del fantasma de la separación. Y pese a insistir en continuar con nuestro noviazgo, no logré que Mariano cediera en ese tema. “Creo que tenemos que replantearnos por qué los dos elegimos pensar en nuestro futuro separados y no juntos”, era la frase que arrojaba Mariano ante mi insistencia.
Decidimos que no sería una buena idea que yo fuera a despedirlo al aeropuerto. Preferimos pasar solos y juntos el último día antes de su partida. Fue un día inolvidable y a la vez muy doloroso.