Capítulo 22

CAPÍTULO 22

La relación con mi padre se había estabilizado. Como yo me sentía muy feliz con Francisco, ya se había apaciguado mi furia y logramos tener un par de conversaciones telefónicas bastante amigables. Y ya, semi reconciliada, las palabras de mi padre, respecto a que “nunca me faltaría nada” en cuanto a lo económico se refiriese, me tranquilizaron, porque ya habían pasado algunos meses y mi único trabajo seguía siendo en el taller de pintura que apenas me alcanzaba para solventar parte de mis gastos.
De todas maneras no había hecho grandes esfuerzos por conseguir otro trabajo. Francisco parecía más interesado que yo en ese tema. Me buscaba avisos en los clasificados, preguntaba a sus colegas, pero aún no estaba muy convencida con la idea de trabajar como psicopedagoga. De todas maneras, seguía muy dedicada a mis estudios, ya que aunque no era algo que anhelaba, quería conseguir lo antes posible mi título.
Cenábamos con Francisco en casa. Él estaba muy entusiasmado con el trabajo que acababa de conseguir como director en una institución para chicos de bajos recursos, luego de varios meses de espera. Para él era un gran cambio, ya que por fin podía dedicarse al trabajo social y abandonar el estudio del padre de Fede. Estaba muy ansioso y no podía dejar de contarme sus nuevas experiencias y a la vez fantasear sobre su futuro.
-Estoy super contento. Además si todo sigue bien, este laburo es estable y con un buen ingreso, y además tengo otro laburo mejor en puerta -se detuvo unos segundos a observarme y continuó-. Eso nos da la posibilidad de poder proyectar algo juntos.
Era la primera vez que pensaba en voz alta sobre el futuro de nuestra pareja, o por lo menos de un futuro más concreto y sus palabras me sorprendieron. Al ver que no contestaba nada, agregó:
-¿Te asusté? ¿No es normal que piense en un futuro para los dos? Para mí es muy importante haber encontrado un laburo de lo mío que sea redituable. Sino, sentía que no iba a poder tener nada demasiado bueno para ofrecerte.
-Yo no necesito que me ofrezcas nada, yo soy feliz estando con vos, y eso ya es mucho y muy bueno -declaré convencida.
-Bueno, pero algún día, vamos a querer ser más que novios. Y tu papá no va a mantenernos -estaba hablando muy en serio y yo comenzaba a asustarme, ya que nunca mis pensamientos habían ido más allá del momento en que vivía con Francisco.
-Me encanta que estés feliz con tu laburo, pero por ahora disfrutalo para vos. Todavía falta tiempo para que tengamos que preocuparnos por mantenernos -fui muy sincera y deduje, por el gesto en su rostro, que mi falta de interés por un futuro casados no le había agradado.
-Frank, no pongas caras. A mí me encanta estar con vos; pero estoy tan preocupada por mi futuro, por lo que quiero hacer con mi vida, que todavía no pensé en casamiento o esas cosas. Vos sos más grande, estás re plantado en la vida, sabés lo que querés, pero yo no y eso me lleva mucho tiempo.
-¿Es eso o que en el fondo de tu corazón todavía estás esperando que vuelva Mariano?
Sus palabras me sorprendieron. Francisco jamás había traído a colación mi vieja relación y yo tampoco. Ambos estábamos bien, sin que se generara entre ambos algún conflicto demasiado importante. Por ello, no comprendí cómo con tal soltura había arrojado aquel comentario tan infundado. Y eso me ofendió.
-Disculpame pero te fuiste al carajo. ¿En qué momento desde que estamos juntos te hice pensar que esperaba a Mariano? Me parece que sos muy injusto -no quise esperar su respuesta y levantándome me encerré en la cocina.
Tardó unos minutos en aparecer.
-Me molesta que ni siquiera te plantees la idea de que vivamos juntos, o que nos casemos. No quise agredirte -fue su disculpa.
-Frank, tengo 21 años. Todavía no se sé por qué estoy estudiando psicopedagogía, todavía no se sé cómo voy a hacer para mantenerme, porque no quiero que toda mi vida mi viejo me pase plata, pero tampoco quiero que me mantenga mi pareja. No es que no me haya imaginado viviendo con vos. Obvio que me lo imagino, y me gusta lo que me imagino. Pero para pensar en una vida juntos, quiero poder tener mi vida algo más encaminada. Como vos me podés ofrecer muchas cosas, a mí me encantaría poder ofrecerte también algo. Vos tenés 26 años, una carrera, un trabajo que te gusta y sobre todo, tus ideas bien puestas. Todo eso, todavía, a mí me falta.
Aunque dijo aceptar mi explicación, seguía irritado y yo también lo estaba. Y sabiamente, antes de que alguien dijera algo de lo que luego se arrepintiera, Francisco se marchó.
Me sentía molesta, no me parecía mal que Francisco quisiera que yo proyectara algo con él. Eso era lógico, pero su facilidad para arrojarle la culpa a mi relación con Mariano me parecía más que injusta. Más injusta aún, cuando él no sabía que yo ponía especial atención en no hacer ningún comentario sobre Mariano, que hasta había bloqueado su dirección de mail, para evitar situaciones injustificadas de conflicto. Yo había erradicado a Mariano de mi vida, pero Francisco había logrado traerlo con tal facilidad, que su comentario me hizo replantear mi actitud. Mariano era parte importante de mi pasado y, aunque lo ocultara, seguiría estando. Seguiría estando en sus pensamientos, tal vez como un fantasma, y en los míos. Porque aquella noche, comprobé que me había obligado a no pensar en él, pero debí reconocer que ansiaba saber de su vida, tanto como contarle de la mía.
Entonces decidí que si mis esfuerzos por demostrarle a Francisco que Mariano ya no ejercía influencia sobre mí, no servían para mucho, no haría más esos esfuerzos.
Fui hasta mi computadora y le escribí un mail, contándole de estos últimos meses de mi vida. Y algo más tranquila, decidí dormir.

Temprano en la mañana, el teléfono me despertó. Como supuse, era Francisco que con voz reconciliadora me invitaba a desayunar.
-Flor, noté que anoche te quedaste mal. Yo también me quedé mal y no podía esperar hasta la tarde. Cuando me quedé solo en casa pensando, me di cuenta de que estoy más inseguro de lo que pensaba con nuestra relación. Aunque nunca hablamos del tema, yo sé que me pesa mucho tu pasado, pero no tenía derecho a echártelo en cara gratuitamente -era una de las pocas veces que Francisco esquivaba mi mirada.
-Los dos tenemos un pasado, no se puede borrar, pero a mí me importás vos, me importa mi presente. Hago todo lo posible por no incomodarte con Mariano, pero se ve que no alcanza.
-Flor, yo te amo y no te voy a apurar, cuando sea el momento, proyectaremos algo juntos. Y mis temas con tu pasado los voy a resolver solo. Es un tema mío -su mirada seguía sumergida en su taza de café. Entonces acaricié su mentón y lo invité a mirarme.
-Frank, yo también te amo. Y estoy muy feliz con vos y estoy muy feliz de poder compartir tus nuevos proyectos. Y quiero que cuando yo tenga los míos, seas vos quien esté a mi lado. Para mí, eso ya es vernos en un futuro. ¿Estamos bien? -asintió con la cabeza y estiró su cuerpo para poder besarme.

Volvió a reinar la paz en nuestra pareja y sin hablar de fantasmas y de futuro, pudimos disfrutar de la mutua compañía por lo que restaba del año.