Capítulo 17

CAPÍTULO 17

Aunque mi mente debía estar entretenida incorporando conceptos para rendir los finales, ese día estaba entretenida en pensamientos románticos. Era increíble que ya hubiera pasado un año.
Recordaba aquella noche a la perfección, mis sentimientos encontrados, el miedo y la incertidumbre que me dominaban y, finalmente, el enorme placer que sentía al encontrarme con los labios de Mariano. Sí, ya había pasado un año y realmente me sentía muy feliz con el vuelco que había dado mi vida. Mariano seguía siendo mi mejor amigo y a la vez el gran amor de mi vida, y eso no causaba ningún problema, muy por el contrario, llenaba mis días de color.

Me instalé en su departamento para prepararle la cena, ya que él llegaría tarde del trabajo. Cuando terminaba de colocar las velitas sobre la torta, sentí que abría la puerta.
-¡Hola mi amor! -gritó feliz desde la entrada, mientras arrojaba su mochila al piso.
-¡Qué contento que estás! ¿Alguna novedad? -por lo general llegaba agotado del trabajo y no con tanta vitalidad.
-¿No puedo estar contento sólo por tener la novia más linda del mundo que para colmo está preparando la cena más rica de mi pre-cumpleaños? -me abrazó y nos arrojamos al sillón.
-Lo de la cena más rica está por verse, dale Negro, contame por qué estás contento... porque si yo estuviera por cumplir 23 años, estaría deprimida... ya estás viejito.
-Estoy en la plenitud de mi vida, pero bueno... tenía ganas de guardar un ratito más la sorpresa, pero la verdad es que no aguanto más. Hoy recibí el mejor regalo de cumpleaños... bueno, el segundo. El mejor fue haberte transado el años pasado -largó una carcajada, se lo veía realmente muy feliz-. Bueno, hoy me asignaron para ir a cubrir el fin del torneo de fútbol de España -me miró expectante.
-¡Qué bueno, Negro! -lo abracé y besé, pero me alejó.
-Pará, pará que no te conté lo mejor. Tendría que ir para mitad de diciembre, porque el corresponsal de allá no se qué problema tiene... y bueno, acá viene lo mejor... me dejaron que después me tome un mes de vacaciones por Europa y... qué te parece si... ¡te venís conmigo! -¡¡Guau!!¡¡ Esa sí que era una buena noticia!!
-¡Negro, es espectacular! ¡Claro que quiero ir con vos! -volvió a interrumpirme.
-¡Buenísimo!, además no es mucho lo que vamos a tener que pagar, porque la estadía mientras dure el campeonato, es gratis. Sólo tendríamos que pagar tu pasaje y la estadía para el mes y ya voy a averiguar en el canal en qué hoteles podemos conseguir descuentos -besé sus labios para lograr silenciarlo.
-Negro, desacelerate y no te preocupes mucho por la plata, porque vos sabés que yo tengo bastante ahorrada de la pensión de mamá, así que ese no es un problema. Me encantó la idea. ¡Gracias por pensar en mí! -lo besé largamente en la boca.
-Poty, yo siempre pienso en vos y cuando me dijeron que tenía que ir a Madrid lo primero en que pensé fueron los museos que vas a poder visitar para deleitarte con tantas pinturas. Te hace feliz, ¿no? -sus ojos brillaban denotando la emoción que sentía.
-Mi amor, vos me hacés feliz, pero este viaje me encanta. Ahora mi regalo de cumpleaños va a ser insignificante al lado de tremendo notición.
-Si tu regalo es lo que vengo fantaseando desde hace un tiempo no tiene punto de comparación con el viaje -noté su sonrisa pícara.
-Entonces tendré que esforzarme. Hoy hiciste muchos méritos –le contesté sonriendo mientras lo abrazaba.

El mes previo al viaje, no podíamos hablar de otra cosa que no se refiriese al mismo. Estábamos realmente muy ansiosos e intentando planificarlo a la perfección para no desaprovechar ni un solo día. Yo llevaba un gran listado de museos y pinturas que no podía dejar de ver, según mi profesor de dibujo.

Y por fin llegó el día. Recuerdo cada momento de aquellas vacaciones con suma claridad. Todo era nuevo y maravilloso para nosotros. Conocer otra cultura, distinta pero a la vez tan parecida a la nuestra. Caminar por calles y recorrer lugares donde habían sucedido los hechos que tantas veces había leído en los libros de historia era algo extremadamente gratificante y hasta increíble.
Tuve la posibilidad de realizar cosas que jamás había soñado. Durante la estadía en Madrid, mientras Mariano trabajaba, yo pasaba mis días encerrada en el Museo del Prado o el Reina Sofía, estudiando y copiando obras de arte. Al verme en aquella situación, sentada frente a un cuadro, con mi paleta y un pequeño lienzo, me parecía estar viendo una película.
Fuero muchos momentos gratificantes, románticos, divertidos los que pasamos en aquellas vacaciones recorriendo Europa y no me cansé de agradecérselo a Mariano.
Pero como no podía ser de otra manera, esos días debieron terminar y aunque los añoraba, no me quejaba. Para que algo resulte tan excitante y deseado, no debe ser eterno, sino se vuelve rutinario y se deja de desear. Por eso me encantaba pasar horas añorando aquel increíble viaje y esperando el milagro de poder volverlo a realizar.
Casi sin darme cuenta, había cumplido un año más y me encontraba nuevamente enfrascada en mis múltiples actividades.
Y este año, se había agregado una nueva. Al ver mis adelantos y mi entusiasmo, mi profesor de pintura me había ofrecido ser ayudante en sus clases de pintura con niños y no dudé ni un segundo en aceptar. El dinero que recibía no era lo más importante, sino las horas que pasaba allí dentro ayudando a descubrir a otro el placer por la pintura.
Mariano también estaba más ocupado que nunca, pero nuestra falta de tiempo no nos impedía vernos diariamente y darnos aunque fuera unos minutos para compartir las anécdotas del día.
Pero a medida que el año transcurría, la posibilidad de compartir mis días con Mariano se hacía cada vez más difícil, no pasaba un mes sin que él debiera viajar, y aunque concientemente sabía que no debía quejarme, ya que era su trabajo, esta situación comenzaba a irritarme, pero nunca me imaginé lo que el futuro nos iba a deparar.

Salía una tarde de la facultad, bastante cansada y con la idea de tirarme en la cama para descansar. Mi vista se perdía en un punto sin sentido, por ello me sorprendí al sentir la voz de Mariano en mi oído reclamando mi falta de atención. Pero más me sorprendió que tan temprano estuviera desocupado y viniera a buscarme.
Noté en él cierto estado de excitación, pero con calma sólo me pidió que fuéramos a charlar a su departamento.
Al llegar me arrojé en la cama, sin embargo él no me acompañó. Se sentó al pie de la misma y con solemnidad me comunicó que tenía algo importante que decirme, entonces me incorporé para no restarle importancia a su postura.
-Hoy me hicieron un ofrecimiento muy groso de trabajo -a pesar de sus palabras no se notaba muy feliz.
-¡Qué bueno, Negro!, pero algo te preocupa, ¿no? -ante mi pregunta abrió sus ojos y asintió con la cabeza. Su preocupación comenzaba a preocuparme.
-Voy a ser directo, Po, me ofrecieron ser corresponsal en Estados Unidos -bajó su vista, no pudo mantener mi mirada-. Corresponsal permanente -se produjo un gran silencio, él no me miraba y yo tampoco podía mirarlo. No sabía que decirle, no podía mostrarme feliz, no me sentía para nada feliz, muy por el contrario, me surgió una gran necesidad de llorar, pero me contuve. No debía ser egoísta, era su futuro y una oportunidad única.
-Mi amor, es algo muy bueno para tu carrera, te felicito... -dije intentando mostrarme animada, pero sabiendo que no lo estaba logrando.
-Todavía no acepté, Po, creo que es algo que tenemos que discutir y pensar muy bien, y te pido que seas sincera. Esto es algo que influye en nuestras vidas, no sólo en la mía.
Volvió a mirarme y tomó mi mano. Su mano me dio confianza.
-Negro, te amo, y quiero lo mejor para vos; pero nunca pensé que te ibas a alejar de mí. No sé qué pensar -no pude continuar, preferí ahogar mi llanto para no hacer la situación más dramática.
-Po, yo pensé en una opción... una manera que nos mantendría juntos. Vos te podés venir conmigo -por un instante me pareció una solución, pero luego algo descabellado.
-Mariano, tranquilicémonos, dejame digerir la noticia, porque así no puedo pensar. Vení -le ofrecí mis brazos y abrazados nos recostamos.

Ya más tranquilos nos sentamos junto a la mesa a tomar mate. Mariano comenzó a explicarme cómo sería su nuevo trabajo.
-Me dijeron que me asentaría en Los Ángeles, y de ahí me mandarían a cubrir distintos eventos. De todos los deportes, es mucho trabajo, pero mucha experiencia -me daba cuenta de que estaba muy emocionado con el proyecto, pero intentaba contenerse.
-¿Y por cuánto tiempo? -yo también trataba de contener mis emociones.
-Es un contrato por tres años y, si todo va bien, sería renovado -él me observó y yo debí morder mis labios-. Poty, aunque tres años, en la distancia, no es mucho tiempo, para mí, tres años sin vos son una eternidad... y pueden ser más...
-Pero vos querés aceptar la propuesta y me parece bien que lo hagas, es tu futuro, es lo que te gusta, y me sentiría la peor persona si te truncara esta oportunidad -necesitaba llorar a los gritos y que Mariano me consolara, pero no podía permitirme tal acto de egoísmo.
-Por eso pensé que la mejor opción es que nos casemos, así tenés visa y podríamos seguir juntos.
Muchas veces escuché a lo largo de mi vida que por la persona que uno ama es capaz de dejar todo, pero irme a vivir a Los Ángeles no me parecía la mejor opción y casarme por una visa, no era mi idea de casamiento. Estos pensamientos me angustiaban más aún.
-¿Cuánto tiempo tenés para contestar? -sólo le pregunté ante su propuesta.
-Hasta el lunes. No es mucho tiempo. El tema es que como máximo en dos meses me tengo que ir para allá.
-Yo sé que querés aceptar y yo también quiero que aceptes. Después resolvemos qué hacer con nosotros.
-¿Por qué no querés que nos casemos? -tomó mi mano con firmeza, cuando me disponía a levantarme.
-Negro, yo te amo y sos la única persona con la que me quiero casar, pero necesito pensar. No es sólo casarme, son muchas cosas las que están en juego. Necesito irme a casa a pensar. Mañana hablamos, ¿si? -me sentía muy molesta y él también con mi respuesta, lo mejor era tener nuestro espacio para poder ver las cosas con claridad.
-Te amo, Po, espero que podamos resolver esto -me dijo al despedirnos.

Caminé con gran lentitud las largas cuadras que separaban su departamento de casa, algo confundida y con la vista nublada por las lágrimas que se escapaban de mis ojos. Me era difícil razonar con claridad, contener mis sentimientos. No lograba visualizarme sin Mariano, pero tampoco podía verme feliz en Los Ángeles.
La propuesta de Mariano, en algún punto era coherente. Pero mi idea del matrimonio estaba muy lejos de ser un rápido trámite para conseguir una visa. Y tal vez, esa fantasía podía obviarla y casarme, pero dejar todo... Aunque, tal vez, no era mucho lo que tenía, era mi vida. Mi padre, mis amigos, mi carrera, el taller de pintura, mi casa, mi barrio, mi ciudad... la lista que pasaba por mi mente continuaba y continuaba y cada vez se iban agregando cosas insignificantes y sin sentido, y del otro lado estaba Mariano... sin duda lo más importante en mi vida; pero algo, no se qué, me decía que no podía tirar todo a la basura y seguirlo. Tenía 20 años y comenzaba a formar mi futuro, a descubrir mis gustos e inquietudes, a apasionarme por ciertas cosas. Sentía que tenía derecho a forjar mi futuro y no simplemente dejar todo y seguirlo, quedando relegada a ser la esposa de Mariano, sin poder llevarme nada más.
Si me iba y dejaba todo lo que estaba construyendo, dejaba de lado hacer lo que me gustaba donde me gustaba, para acompañarlo a construir su futuro, en donde yo estaba incluida, pero no dejaba de ser su futuro.
Me torturaba este torrente de razonamientos, me torturaba la idea de no querer acompañarlo, me torturaba pensar en su reacción. Lo amaba, lo necesitaba, pero no me sentía dispuesta a abandonar mi vida para seguir la suya.
No pude dormir, no quise, quería pensar con claridad, intentar resolver este gran problema de la mejor manera posible. Necesitaba elegir adecuadamente las palabras que usaría para contarle mi decisión a Mariano. Y necesitaba conversar con él lo antes posible.
Me levanté muy temprano y luego de darme una larga ducha, lo llamé por teléfono y le pedí que nos viéramos en el desayuno. En menos de media hora, nos encontramos en su departamento. Lo besé largamente y comencé con mi discurso.
-Negro, estuve pensando mucho y tomé una decisión -bajé mi vista e intenté continuar.
Aunque sabía de memoria las palabras que debía pronunciar, en ese momento no podía emitir palabra, simplemente no salían. Estar frente a él me había paralizado.
-No querés venirte conmigo -dijo entonces él en un tono que ciertamente no me tranquilizó.
-Negro, yo te amo y sé que ésta es la oportunidad de tu vida; y quiero que tomes esta oportunidad, porque sé que te va a hacer feliz y a mi también; pero no estoy preparada para dejar todo e irme... -me interrumpió.
-Pero te irías conmigo, estaríamos juntos para armar nuestra vida... -entonces fui yo quien lo interrumpió.
-Tu vida, Negro. Vos te vas por laburo, pero yo me iría a hacer nada, yo estoy haciendo acá lo que me interesa... -volvió a interrumpirme.
-Allá podrías pintar. No entiendo por qué no te querés venir conmigo. Yo pensé que me ibas a acompañar, que te ibas a jugar por mí. Poty, estás rechazando mi propuesta de matrimonio. Me duele mucho que prefieras quedarte -me miró con sus ojos llenos de lágrimas y con una expresión que jamás antes había visto en su rostro, una mirada de decepción, de desagrado.
-Mariano, no me hagas sentir mal. Entendeme. Vos sabés lo que querés, vos sabés a lo que vas. ¿Qué papel juego yo? Yo no te pido que renuncies a esta oportunidad y te quedes conmigo, no me parece justo; pero vos me pedís que deje todo, te siga, pero a mí no me espera nada en Los Ángeles.
-Estoy yo, estarías conmigo, ¿eso no te alcanza? -odiaba verlo mal, pero tampoco me agradaba su necedad.
-¿Por qué tenemos que dejar de estar juntos? Podríamos vernos en las vacaciones y con tiempo decidir qué hacer. Yo podría averiguar de becas tranquila, terminar mi carrera y después ver si ir para allá. Por ahora tenés un contrato por tres años, a lo mejor volvés, a lo mejor no... ¿Es necesario decidir todo nuestro futuro en dos días? ¿Es tan necesario obligarme a renunciar a mis proyectos para seguir los tuyos de una manera tan apresurada?
Mariano estaba cegado, ya no escuchaba, ya no comprendía. Supongo que se sentía decepcionado, despechado. Tal vez pensó que yo lo seguiría a donde fuera sin cuestionamientos. Tal vez él también tenía internalizado aquel dicho de que uno deja todo por la persona que ama, y mi reacción lo alteró. Pero lo cierto es que él jamás se planteó rechazar la propuesta por mí. En todo caso, ninguno había renunciado a sus intereses por amor. Pero él no lo creía así.
-Entonces ya lo tenés decidido. No vas a venir. Tal vez no me amas como decís que me amas. Siempre compartí con vos los momentos importantes de mi vida y creí que querías compartir este momento conmigo; pero veo que no. Disculpame, Poty, pero no sé si pueda seguir estando con vos -tardé unos segundos en comprender sus últimas palabras. No podía ser cierto lo que acababa de escuchar, no, no podía ser cierto.
-¡Negro! ¿Qué decís? No me podés hacer esto. ¿Qué querés hacer? ¿Me estás diciendo que la única manera de que sigamos juntos es que yo renuncie a mi vida acá y te siga?
Estuve a punto de decirle que si esa era la única opción, entonces iría, pero inmediatamente me llené de ira. No era justo, no era nada justo, es más, su postura era demasiado egoísta.
-Te lo vuelvo a repetir. Te amo, y separarnos va a ser más doloroso de lo que pueda imaginar. Pero yo tengo que tomarme mi tiempo para planificar mi futuro, y no es justo que me presiones de esta manera. Si vos no querés que sigamos siendo novios, es tu decisión. Yo sí quiero ser tu novia, aunque miles de kilómetros nos separen. Te pido que te tranquilices y me entiendas -intenté abrazarlo, pero me rechazó.
-Entiendo que no querés venir conmigo, entonces me parece mejor terminar acá. No tiene ningún sentido prolongar algo que no tiene futuro. Tengo que irme al canal.
Estaba serio, distante, frío. No era Mariano, era un necio metido en su cuerpo. En esos momentos ya nada tenía que hacer allí, nada que hiciera o dijera serviría para algo.
Aunque lo intenté, no pude contener las lágrimas, muy a mi pesar el llanto fue creciendo en intensidad. Mariano apenas me miraba.
-Poty, no quiero que sufras, pero es lo que siento en este momento. Vamos. Te dejo con un taxi en tu casa -no lograba comprender por qué actuaba con tal frialdad, no era necesario hacerme sentir tan mal. Mariano nunca había demostrado tener un lado tan cruel.
No acepté su taxi, preferí alejarme de él, antes de comenzar a verlo como un monstruo.

Capítulo 16

CAPÍTULO 16

El diálogo con mi padre nunca había sido demasiado fluido, pero desde que gozaba de su nuevo estado, no dejaba pasar oportunidad para invitarme a charlar y contarme sobre su novia, lo que hacían, lo bien que se sentía. Con sinceridad me alegraba por él, pero ciertas anécdotas sobrepasaban mi buena voluntad y tolerancia. Sentía un gran alivio cuando anunciaba alguna escapada a Mar del Plata; pero sabía que a su regreso las anécdotas no cesarían de llover.
Por eso pasaba largas horas en el playroom, dedicada a la pintura. Ese era mi mundo, mi lugar. Un lugar donde nadie interfería, y donde todo era como yo quería que fuese.
Mi profesor de pintura estaba encantado con mis trabajos, y cerca de mediados de año, nos convocó para una nueva exposición. Yo estaba muy entusiasmada y pasaba la mayor parte de mi tiempo pensando en cuales serían las obras que expondría. Y al fin lo decidí. Sólo me faltaba una.
Aquel sábado me desperté temprano. Mariano aún dormía. Estábamos en casa, ya que mi padre había viajado a Mar del Plata y me pareció el mejor momento para realizar la obra que venía pintando en mi mente desde hace tiempo.
Intenté hacer el menor ruido posible, para no despertar a Mariano, y en unos pocos minutos, armé el caballete en mi cuarto.
Mariano estaba perfecto, dormía boca abajo, y su torso desnudo se escapaba entre las sábanas. Lo que asomaba de su rostro tenía una expresión plácida y feliz. Era perfecto.
Tomé mis carbonillas y comencé a plasmar aquella imagen. Cuando estaba terminando, noté que se movía, hasta que abrió sus ojos.
-¡Hola! ¿Qué haces? -preguntó confuso.
-Te estaba pintando. Estás hermoso, y ya hace tiempo que quería pintarte desnudo -se incorporó rápido para espiar el papel.
-Está lindo. Cada día dibujás mejor; pero me hiciste trampa.
-Es que estabas perfecto, no pude resistirme. ¿Te molesta si lo pongo en la muestra?
Volvió a observarlo con detenimiento.
-No sé, me da un poco de vergüenza. Me parece que vas a tener que convencerme -tomó mi mano para llevarme a la cama-. Vamos a ver cuántas ganas tenés de exponer este dibujo -dijo mientras besaba mi rostro y acariciaba mi espalda.

Esa noche nos reunimos en casa de Lola a cenar. Estábamos todos allí. Así que aproveché la oportunidad para invitarlos a la exposición que sería el sábado siguiente.
Mariano conversaba apasionado con Martín y Lucas sobre un torneo de tenis, cuando Francisco se acercó a mí.
-No sabía que pintabas -me dijo mientras se servía un vaso de cerveza.
-Nunca habrá salido el tema -solía ser cuidadosa en mis charlas con Francisco, ya que él no había perdido la costumbre de mostrarse ácido en su comentarios hacia mí
-¿Y yo también estoy invitado a la exposición? -no sabía a dónde quería llegar.
-Claro, invité a todo el grupo y vos sos parte de él.
-No, pensé que a lo mejor a tu novio le molestaba -aún no comprendía a dónde quería llegar.
-No, para nada... si entre nosotros está todo bien, ¿no?
-Si, claro -apoyó la botella en la mesa y se alejó.
Cada loco con su tema, pensé, y fui a unirme con mis amigas.

Faltaban unos minutos para que comenzara la exposición y me encontraba muy ansiosa. Mostrar mis producciones siempre generaba en mí un cierto grado de ansiedad y esta vez no era sólo esa la razón de mi estado de ánimo. Mi padre me había anunciado que vendría su novia a ver mis obras y ese sería nuestro primer encuentro. Era una situación que me asustaba y excitaba a la vez, y para colmo, la tendría que atravesar sola, ya que Mariano, había viajado por trabajo y no estaría para contenerme. Sólo lograba tranquilizarme verlo en su retrato, tan plácido, colgado en la pared.
Al abrirse la puerta, como siempre, una de las primeras en aparecer fue Lola, seguida por Natalia.
-¡Muy bueno el retrato del Negro! -exclamó la primera-. Un poco más íntimo que el anterior -agregó entre sonrisas. No pude menos que reírme.
Pasaron sólo unos minutos cuando vi ingresar a mi padre, nuevamente cargando la filmadora y la cámara de fotos, y detrás suyo, con un andar algo inseguro, caminaba una mujer delicada, de cabellos cortos y rubios, que calculé, sería Teresa. Papá se acercó entusiasmado a abrazarme, excitado y nervioso.
-Po, te presento a Teresa -me dijo y tomándola de la mano la acercó a mí.
-¡Te felicito! Tu papá está muy orgulloso de su hija artista, y la verdad es que tus cuadros son muy lindos -fue su presentación y luego besó mi mejilla.
-¡Gracias! Me alegro que al fin nos conozcamos -le contesté y devolví una sonrisa. Me pareció agradable y con ganas de agradarme, y esa sensación me tranquilizó. De todas maneras no sabía sobre qué conversarle, y por suerte el ingreso de Martín y Matías a la exposición me salvaron de aquel momento.
Conversaba con un compañero del taller de pintura, cuando una mano tocó mi hombro. Al girar me encontré con Francisco.
-¡Hola! No pensé que vendrías... -le dije sorprendida.
-Quería descubrir esta parte tuya que no conocía... y la verdad es que pintás muy bien.
-Gracias... -no supe qué más decirle. En cierto punto me sentía incomoda... o intimidada cuando me encontraba con Francisco. Nunca sabía a qué quería llegar cuando conversábamos y por lo general, intentaba que nuestros encuentros fueran cortos, para no molestar a Mariano. Y aunque él no estuviera presente, esa sensación de intentar acotar nuestros encuentros ya la tenía incorporada.
-¿Y tu novio? No lo veo por ninguna parte -comenzaba a asomar su sonrisa ácida. Dude un momento. Tal vez no era buena idea decirle que no estaba, pero luego me pareció una tontería mentirle.
-No está, tuvo que viajar por trabajo.
-En los segundos que tardaste en contestar pensé que me ibas a contar que habían cortado.
Me miró expectante y yo sentí enojo, era un día importante para mí y no tenía intenciones de que se arruinara.
-No se a dónde querés llegar, Francisco. ¿Necesitás decirme algo, o simplemente tenés ganas de torturarme? Hoy es un día importante para mí, no quiero que se arruine -lo miré con severidad, pero él me devolvió una sonrisa.
-Flor, solamente te dije lo que se me había ocurrido, no pensé que te iba a alterar tanto. No te asustes, aunque no esté Mariano para que te defienda, no tengo ninguna intención de avanzarte. Vos ya sabes lo que todavía siento por vos y por ahora no pienso hacer nada con eso. Se nota que están muy bien con Mariano y yo no soy mal tipo, no es mi manera aprovechar que estés sola para buscar algo, pero me parece que a vos te perturba la idea.
Su manera tan segura y algo soberbia me alteraba, eso era lo que realmente me alteraba.
-Bueno, entonces me alegra haberte mal interpretado, porque como te dije antes, quiero que entre nosotros esté todo bien. Y no me perturba estar sin Mariano y que vos te acerques, me perturba la idea de pasar un mal momento, pero como esa no es tu intención, está todo bien.
No quería seguir en aquella situación, entonces me dediqué a observar las obras de mis compañeros. Pero en el fondo sabía que algo de verdad había en las palabras de Francisco. Él, a pesar de su ácida personalidad, me parecía encantador. Me pareció encantador desde el primer momento en que lo ví. Sin embargo ni por un segundo cambiaría mi relación con Mariano por nada ni nadie, pero sentir que Francisco era atractivo me causaba culpa. Tal vez porque había una pequeña historia previa entre nosotros, porque, en realidad, ver a un hombre atractivo, aunque se esté en pareja, es algo sumamente natural.
Terminé la recorrida y posé mis ojos en el retrato de Mariano, e inmediatamente me llene de paz y serenidad, pudiendo dar fin a esos pensamientos molestos que nublaban mi día.