Capítulo 4

CAPÍTULO 4

Pensé que Mariano me llamaría desde Estados Unidos, pero no lo hizo. Este hecho me molestó sobre manera, pero nada podía hacer al respecto.
Lola estaba muy deprimida. Su autoestima había descendido notablemente. Decidimos distraerla con Natalia. Los sábados íbamos las tres a bailar. A veces se nos unían otras amigas. Esto no le agradaba a Gastón, era lógico, pero a mí no me importaba, mi obligación era acompañar a una amiga en problemas.
El único efecto que causaron estas salidas fueron las reiteradas discusiones que compartía con Gastón, ya que Lola seguía pensando en Matías, y Natalia no había encontrado ningún hombre que le agradara.

Comenzaba septiembre, era una noche estrellada. Por ello habíamos decidido con mi padre cenar en el jardín. Como era habitual, comíamos sin decir palabra; pero había algo en su expresión que me llamaba la atención, parecía mirarme con reproche. No pude soportar la intriga y le pregunté qué le sucedía.
-Sos vos, Poty, me tenés preocupado.
-¿Preocupado por qué?
Soltó sus cubiertos y buscó mis ojos.
-Sabés que no me meto en tu vida, a vos no te gusta y yo perdí la costumbre de hacerlo; pero creo que tu relación con Gastón no va ni para atrás ni para adelante.
¡¿Qué sabía él de mi relación con Gastón?!... Como si alguna vez me hubiese preguntado algo, pero mi curiosidad me hizo escucharlo.
-¿Te parece, pa?
-¿A vos te parece normal salir todos los fines de semana con tus amigas? Yo creo que eso no es normal, vos lo estás descuidando. Además una chica que sale a bailar todos los fines de semana sin su novio parece una atorranta.
-¡No digas pavadas, papá! ¿Atorranta para quién? Las parejas modernas salen con grupos de amigos por separado. Es lo más normal del mundo. Él también sale con sus amigos, yo no me quejo.
-Si estuvieras enamorada preferirías estar con él y no con tus amigas, y no me digas que no es así porque creo que tengo más experiencia que vos en eso.
No pensaba darle la razón, yo estaba cómoda con Gastón y mientras él aceptara mis reglas, no era mi intención ponerme a revisar nuestra relación.
-Ya te dije que es una mentalidad distinta a la de tu época, además lo importante es la calidad del tiempo que estamos juntos -papá largó una carcajada.
-¡Una calidad bárbara! Si se la pasan todo el tiempo peleando -no podía dejar de reir- Poty, sos tan graciosa, sos tan buena con las palabras, siempre encontrás la respuesta para todo. Yo no necesito que me reconozcas que tengo razón. Pero si te interesa, yo creo saber por qué estás con Gastón.
Antes que comenzara a desarrollar su hipótesis, lo interrumpí:
-¿Si te digo que no me interesa te vas a callar?, además, ¿desde cuándo te interesa tanto mi vida amorosa?
Odié esa sonrisa que tenía instalada en su rostro.
-¡No te pongas nerviosa, Poty! No te voy a poner en penitencia. Yo creo que estás con Gastón para darle celos a Mariano.
-¡Nada más lejos de la realidad! -me apresuré a contestarle- además creo que ya tuve suficiente cuota de consejos paternos para este día y lo que queda del mes. Si no te molesta, me voy a dormir, estoy reventada.
¡¿Qué derecho tenía mi padre a decir esas cosas?! ¿Qué derecho tenía de perturbar de esa manera mis pensamientos? Mariano era mi mejor amigo, ¿por qué tenía que cambiar esa situación? Que algunas veces fantaseara con él, suponía, era lo más lógico del mundo, que lo extrañara y sintiera un gran vacío por su ausencia, también era lógico, tan lógico como la indignación que sentía porque no me había llamado desde Estados Unidos. Era mi mejor amigo, y esos sentimientos que tenía eran perfectamente aceptables. Mi papá estaba equivocado, muy equivocado. Gastón era mi novio y yo estaba feliz de que así fuera.

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