Capítulo 12

CAPÍTULO 12

Me levanté decidida a enfrentar a Francisco y contarle cuáles eran mis sentimientos. Cuando llegué a la carpa lo encontré leyendo el diario.
-Francisco, ¿podemos hablar un minuto? -dije tímidamente. Sin mirarme contestó en forma despectiva.
-Arreglé con Angie que íbamos a ir caminando hasta el muelle, asi que no puedo -arrojó el diario sobre la mesa y camino rumbo a la orilla.
Me enfurecí. No entendía por qué me sentía atraída hacia él. No soportaba quedarme allí, y como no sabía a dónde ir, pensé qué haría en Buenos Aires, y comprendí cual sería la solución. Busqué un cyber para chequear mis mails, tenía varios de Mariano, por eso decidí imprimirlos para luego leerlos con tranquilidad y luego de escribirle sobre mis vacaciones, regresé a la playa.
-¿A dónde fuiste, Po? -Lola se escabulló de los brazos de Fede al verme regresar.
-Fui a chequear mis mails. Tenía varios de Mariano, los imprimé para leerlos más tranqui -me sentía muy relajada, y era la primera vez en días.
-¿Quién es Mariano? -Federico parecía intrigado.
-Mi mejor amigo, está trabajando en Estados Unidos.
-¡Ah! Pensé que era algún enamorado que nos tenías oculto... -comentó Fede.
-A mí me encantaría tener un enamorado virtual, debe ser divertido. Me tengo que poner a chatear -Natalia expresó sus pensamientos en voz alta e hizo que cambiara el rumbo de la conversación.
A la hora del almuerzo estábamos todos reunidos, me sentía incómoda y notaba que Francisco intentaba provocarme con algunos comentarios o coqueteando con Ángeles, pero yo me mantenía callada porque no quería que notara que su actitud me dolía. Cuando ya estaba cansada de hacerme la desentendida ante tantas indirectas, me alejé un poco de la mesa, para hojear los mails de Mariano. Creo que lo hice a propósito. ¡Por fin alguien que se mostraba agradable! Me sumergí en la lectura y no presté más atención a lo que sucedía a mi alrededor.
-¿Qué estás leyendo? -Me preguntó Matías.
-Seguro que los mails de “su mejor amigo” -dijo en tono burlón Federico.
-¡No me digas que me engañás con un Romeo por carta! -agregó Lucas.
-¡Sí, Lucas! Es que con vos no me alcanza, porque todas las noches me dejas por otra -le contesté riendo, tratando de restar importancia a mi correspondencia.
-Bueno, pero no nos dijiste que estás leyendo -obviamente el comentario había salido de los labios de Ángeles.
-Los mails de un amigo. Pero la verdad es que con ustedes no se puede tener privacidad. Doblé las páginas y las guardé en el bolsillo de mi short.
Luego de jugar un partido de truco, me alejé del grupo para ir a recostarme cerca de la orilla y poder leer las novedades de Mariano con tranquilidad.
-¡No sabés la cara que tenía Francisco cuando hablaron de los mails! -dijo Lola mientras pasaba a mi lado para seguir rumbo al mar.
En ese momento no me interesaba, leer las actividades que el Negro estaba haciendo me hacía sentir cerca suyo, y eso me daba seguridad y paz. Si Francisco quería molestarme, alterarme, o cualquiera fuese su intención, en esos momentos no lo lograría con su usual facilidad.
Leí y releí aquellas frases y justo cuando pensaba volver a guardar las hojas, una sombra apareció sobre mi cabeza.
-¿Estás ocupada? -Francisco me miraba con seriedad.
-No, realmente no, estaba a punto de dormir una siestita al sol -me sentía muy relajada.
-Si querés ahora tengo tiempo para que charlemos -no esperó que le contestara y se arrojó a la arena.
-Voy a anotar en mi agenda que para hablar con vos hay que pedir audiencia... ¡Este verano sí que conocí gente importante! -le dije riendo.
-Hoy estás en ganadora -en cambio él estaba inseguro.- ¿De qué me querías hablar?
-La verdad es que ya no importa. Creo que te diste cuenta de que con Ángeles tenés diversión asegurada, en cambio yo soy una reprimida, susceptible, indecisa, y algunas cosas más. Así que para qué seguir una charla que no tiene demasiado sentido... -me admiraba mi claridad de pensamiento.
-Yo no dije todo eso de vos, y Ángeles no me interesa, bah, me interesa porque sé que te molesta, y si esa es la manera de lograr que te decidas a estar conmigo, voy a seguir con ella.
-Hay mejores estrategias, como por ejemplo tratar bien a la chica que te gusta, en vez de agredirla, y funciona mucho más.
-Yo no te agredo, solamente te hago ver cosas tuyas que se ve que no te gustan.
-Tendrías que haber estudiado psicología...–me recosté boca abajo y cerré mis ojos, ya no me interesaba discutir. Francisco me gustaba, pero si aceptaba alguna clase de relación, sería siempre y cuando me tratara bien.
-¿Fue ese mail el que te hizo estar tan distinta?
Apenas giré mi cabeza para mirarlo.
-Tal vez sí, porque me di cuenta de que me gusta que me traten bien, que me digan cosas lindas, de buena manera. Ya estoy harta de ser tu blanco, ya no me gusta más tu juego.
-¿Y quién es el que sabe cómo tratarte?
-Un amigo -volví a cerrar mis ojos.
-¿Querés que hoy a la noche vayamos a comer algo por ahí?
-Si las chicas no arreglaron algo, está bien... -satisfecho con mi respuesta, se marchó. Me sentí victoriosa, era la primer batalla que ganaba y, paradójicamente, gracias a Mariano.

Francisco me esperaba sentado en el capot de un auto frente a nuestro edificio. Cuando me vio, se incorporó y con las manos en sus bolsillos me saludó haciendo un movimiento con su cabeza.
-Parece que tus amigas no tenían nada mejor que hacer -comenzó a caminar rumbo al centro y me hizo un gesto para que lo siguiera.
-No... Naty y Lu iban a salir con Martín y los chicos y Lola iba a aprovechar para ir a lo de Fede, ya que vos no estabas. Así que aquí estamos -me detuve y lo miré, entonces él me imitó.
-¿A dónde querés ir?
-No sé. No tengo mucho hambre. Vayamos a la feria artesanal.
-Ok.
Lo notaba perdido, no sabía de qué hablar, algo poco común en él. Intentaba ser cortés, pero era evidente que lo estaba forzando. Intentar tratarme bien parecía no ser nada fácil y la situación se estaba volviendo aburrida e irritante.
-Francisco... -llamé su atención. El soltó el caleidoscopio con el que se entretenía y me miró.
-Vayamos a comer una hamburguesa por ahí, ¿dale? -creo que ambos queríamos terminar con la salida lo antes posible.
Fuimos a un pequeño bar y nos sentamos en un rincón. Ambos mirábamos abstraídos nuestros sandwiches.
-¿Y tu amigo anda bien? -me dijo de pronto. Tardé un rato en contestarle, ya que debí pensar sobre qué me estaba hablando.
-Sí, está trabajando mucho. Pero está contento.
-¿Y es un muy buen amigo? -revolvía sus papas fritas, pero no probaba bocado.
-Sí. Somos amigos desde que nacimos -su interrogatorio me estaba irritando, pero sentía que volvíamos a la normalidad.
-Y él tiene onda con vos -afirmó y soltó sus cubiertos para dedicarle total atención a mi rostro.
-Francisco, hay algo que me molesta mucho... -no pude terminar mi frase ya que se apresuró a contestarme.
-¡No me podés echar la culpa, porque no te dije nada agresivo!
-¡No! No es por eso. Vos me preguntás con cara de serio sobre mi vida, pero vos no decís nada. Antes de que te cuente sobre quien quieras que te cuente vas a tener que decirme qué es lo querés, porque me tenés cansada. Un día me planteás una cosa, al día siguiente te hacés el malo... Ponete de acuerdo y después te hablo de lo que quieras -arrojé mi discurso a tanta velocidad que creí haberlo apabullado. Enmudeció unos segundos y contestó.
-Ok. Me gustás, me gustaría transar con vos, salir, divertirnos, pero no quiero ponerme de novio. No es por vos... es por mí; pero vos me rechazaste y quiero saber por qué -dijo en tono decidido.
-Yo no te rechacé. Sólo quería pensar un poquito, y no te preocupes porque yo tampoco me quiero poner de novia.
-¿Y por qué? -me dijo con cara de enojado.
-Primero te pido que no te hagas el ofendido, porque te dije exactamente lo mismo que vos a mí. Y además no pienso contestarte si vos no me decís primero.
-No vine a hablar de mí -parecía molesto, incómodo.
-¿Y a qué viniste? -yo me sentía muy segura.
-A intentar ganarte -me mostró su sonrisa.
-¿Y cómo creés que me vas a ganar? -Francisco era todo un personaje.
-Mostrándote mi sensual cara, ¿qué?, ¿no basta con eso? -dijo sin quitar su sonrisa.
-Tu cara es muy linda, salvo por tu boca, así que ese es el punto donde tenés que trabajar.
-Ok, ok, pero conste que lo hago para ganarte. Yo pensaba que tener una transa era más sencillo -ahora se lo veía divertido.
-Yo también.
-En realidad ya no me acuerdo qué te tenía que contar.
-Yo sí... -lo interrumpí- ¿por qué no te querés poner de novio?
-Ah! Cierto. Estuve de novio cinco años, y me peleé el año pasado, y la verdad que cuando volví a disfrutar de la libertad y de poder estar con mis amigos, me dí cuenta de todo lo que me había perdido -contó con suma tranquilidad. No lograba imaginarme a Francisco teniendo una relación tan seria.
-¡Cinco años! ¡La chica que te soportó cinco años se debe haber ganado el cielo! -comenté riendo; pero me devolvió una cara de asco.
-La pasé peor de lo que pensás. La verdad es que resultó ser bastante mala mina. Bueno, ya pasó.
-De todas maneras creo que si encontraras a la mujer de tu vida, no te importaría nada y te pondrías de novio.
-No sé... tal vez ya la encontré -me miró y sonrió-. Lo que sí sé es que no quiero volver a pasar por lo mismo. Bueno, ya cumplí y no pienso decir una sola palabra más. Ahora contame tu historia.
-Bueno -me arrepentí. No me sonaba bien la verdad; pero o inventaba una muy buena historia o tendría que ser sincera. Tomé valor y confesé.
-Tengo onda con un chico y no se qué siento.
-¿El chico de la carta?
-Sí, yo pensé que sentía algo muy fuerte... -y todavía lo pensaba-, pero apareciste vos y ahora no sé que siento.
-Entonces me parece muy bien que no te quieras poner de novia -me lo dijo en un tono muy gracioso, como si me estuviera aconsejando.
-Gracias... -intenté imitar su tono.
-Bueno, ahora que ya está todo aclarado te puedo volver a pelear, ¿no? -estaba distendido.
-¡No! Dame un día de descanso... ¿Vamos a pasear un rato por el centro?

Así lo hicimos. Notaba que Francisco me miraba y caminaba girando a mi alrededor, parecía no decidirse. En realidad era una situación tensa para ambos. Ya habíamos aclarado nuestros sentimientos e intenciones, y era hora de dar el siguiente paso, pero no era tan sencillo.
-¡Te podés quedar quieto! -le rogué.
-Es que tengo ganas de abrazarte, pero siento que vos no querés -se detuvo frente a mí.
-La verdad es que me cuesta, vivo con una coraza cuando estoy con vos y me cuesta imaginarme a nosotros dos abrazados.
-Eso debe ser porque no tenés mucha experiencia con hombres, y te cuesta la intimidad. Supuse que su intención era intimidarme, pero ya conocía sus manejos y no pensaba caer en la trampa.
-Sorry, ¡vos sos re experimentado! Sin embargo, te quedó una fobia al noviazgo. Para tu información, yo también estuve de novia, y no le tengo miedo a la intimidad... siempre y cuando el hombre que esté a mi lado me seduzca.
-¡Ay! ¡Hoy estás hecha toda una come hombres! -dijo imitando mi voz- Sin embargo el otro día cuando te di el beso te quedaste dura, sin saber que hacer.
-¡No voy a caer! ¿Qué esperás que te diga? ¿Que te voy demostrar lo bien que se besar? ¡Ni loca!... Así no lo vas a lograr... -seguía admirada de mi claridad mental.
-¡Hoy me estás ganando! La verdad que te merecés un beso -no esperó respuesta, me abrazó con fuerza y me besó dulcemente. Tardamos en separarnos-. Ya está, ya era hora de que nos dejáramos de decir pavadas -me tomó por los hombros y me invitó a seguir caminando.


Francisco me gustaba, físicamente me era imposible no sentirme atraída, y su personalidad, tan seguro y tan tajante, me parecía tan atractiva como su físico, pero no estaba segura de que todos sus atributos fueran el merito de su conquista.
Al recostarme en la cama sólo me repetía que tenía razón en no querer arriesgarme con Mariano, ese era el único pensamiento que cruzaba por mi mente. Acababa de besar a Francisco y sólo podía pensar en Mariano. No estaba segura de estar haciendo lo correcto. Pero... en fin, sólo era un transa, no había compromiso, no había legalidad. Lo mejor sería dejar de pensar y dormir.

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