Capítulo 24 (primera parte)

CAPÍTULO 24 (Primera parte)




En aquella noche de insomnio me puse nuevamente a revisar mi vida. Y todas las conclusiones a las que llegué no hicieron más que reafirmar las palabras de Francisco.

Me vi dejando partir a Mariano cuando lo deseaba con toda mi alma. Me vi estudiando algo que no sabía si me gustaba, pero que tampoco me animaba a probar. Me vi muerta de miedo ante la propuesta de Francisco de un futuro juntos y también sin hacer nada por explotar lo único que sabía que me gustaba.

En verdad, mi vida era un completo desastre, llena de proyectos inconclusos y de falta de definiciones; pero lo terrible fue que no logré comprender por qué actuaba siempre de esa manera.

Tenía que empezar a definirme, tenía que empezar a tomar partido por algo. No podía dejar que el destino se ocupara de mis decisiones. Yo tenía que tomarlas. Yo tenía que hacerme cargo de mis sentimientos, de mis deseos, de mis aspiraciones.

Y para lograr reordenar mi vida, debía comenzar por lo que en esos momentos estaba más caótico. Mis sentimientos... mis sentimientos por Mariano. Si por él había dejado partir a lo único bueno y coherente que tenía en mi vida, alguna razón poderosa debía existir.

Dejé pasar un día para lograr rearmarme y luego le pedí a Mariano que viniera a visitarme. Al abrir la puerta, nuevamente lo encontré sonriente y con sus brazos extendidos esperando que respondiera su abrazo. Y esta vez, no me animé a negárselo. Al estrecharme entre sus brazos sentí que regresaba una parte de mi cuerpo y aunque esta sensación me asustó, preferí dejarla a un lado.

-Ya arreglé el contrato. Vuelvo a trabajar acá -me dijo mientras caminábamos hacia el patio.

-¿Estás contento? ¿Convencido? -le pregunté sin mirarlo y me senté junto a la mesa de la galería.

-Sí, no es un sacrificio, al contrario. Me costó mucho vivir allá. No me fue fácil acostumbrarme, creo que nunca me acostumbré.

-Me alegro por vos.

Ambos permanecimos en silencio, mirando hacia el jardín.

-Po, quiero pedirte perdón, porque vos estabas bien y tranquila y yo me metí en el medio para presionarte. Mi intención no es joderte.

-Corté con Francisco... -me escuché contestándole.

Noté una sonrisa controlada en sus labios, pero con seriedad me preguntó si estaba bien.

-Mal, ¿cómo querés que esté? En realidad Francisco me cortó porque me dijo que no se iba a bancar mi duda. Siento que nunca puedo terminar nada en mi vida, que no puedo definir nada y jugarme por eso. Y eso me tiene mal. Yo estaba absolutamente enamorada de vos y no me arriesgué a seguirte a Estados Unidos. También estaba enamorada de Frank y apareciste vos y no pude jugarme por él.

-Tal vez, este es el momento para que te juegues por lo que realmente querés. Fijate qué sentís, intentá darte cuenta qué sentís por mí.

El mutismo volvió a instalarse y mi vista se clavó en el sauce.

-¿Te puedo pedir un favor? -irrumpió en mis pensamientos- ¿Podés mirarme? Ya no aguanto que esquives mi mirada.

Tenía razón, no me animaba a sostener su mirada, tenía miedo de lo que pudiera provocar en mí.

Giré mi cuerpo hacia él y con esfuerzo subí mis ojos hasta encontrarme con los suyos. Su sonrisa se desplegó y también sus ojos me sonrieron. Su rostro era tan lindo, tan luminoso, que me instó a seguir perdida en él. Había olvidado la satisfacción que me causaba el solo hecho de mirarlo.

De a poco un montón de sensaciones comenzaron a despertarse dentro de mí.

-Negro, vos me obligaste a dejar de quererte, ¿cómo sé que no lo vas a hacer de nuevo?

-Porque te amo, Poty, porque me equivoqué y no tengo intenciones de volver a alejarme de vos. Eso es todo lo que te puedo decir, todo lo que te puedo prometer -se acercó para intentar besarme, pero alejé mi cabeza.

-No quiero volver a sufrir lo que sufrí cuando te fuiste -pude decir.

-Yo tampoco. Pero tenerte tan cerca y no poder sentirte mía me hace sufrir mucho más. Te pido una oportunidad, nada más.

Muy bien. Ya había comprendido lo que Mariano despertaba en todo mi ser, una pasión, un deseo casi imposible de refrenar... Casi imposible, porque entonces supe que él podía hacer conmigo lo que quisiera, como lo había hecho anteriormente, y aunque me prometiera que esta vez estaba seguro, que no cambiaría de parecer, me atemorizó pensar en volver a perderlo... Perderlo como acababa de perder a Francisco, a quien también amaba, y hasta podría decir que amaba con mayor libertad, porque cuando estaba con él no se nublaba tanto mi razón.

-Ahora no puedo, Mariano... Andate, tengo que pensar.

Intenté pensar, intenté definirme, pero no podía, no sin volver a tener una charla más tranquila con Francisco. Yo necesitaba decirle lo que sentía. Entonces comencé a llamarlo, pero jamás me contestó. Sin embargo, debía hablar con él, por eso fui hasta su casa, y lo esperé en la puerta hasta que llegara.

-¿Qué hacés acá? -dijo con cara de disgusto cuando se topó con mi figura.

-¿Podemos hablar un ratito? -intenté tomar su mano, pero la alejó.

-¿Venís a decirme algo nuevo? ¿Algo que yo no sepa? ¿Algo así como que Mariano no te mueve un pelo, que no te interesa estar con él y que yo soy el único hombre de tu vida?

No, no podía decirle eso, no podía.

-Quería decirte que te amo, que eso lo sé; pero Mariano mueve demasiadas cosas en mí.

-¡No me digas que me amas! ¡Es mentira! ¡No podés amarme y decirme eso! -me gritó cargado de angustia. Yo quería abrazarlo, consolarlo, pero no me animaba a acercarme.

-Andate, me hacés mal -agregó con la voz entrecortada-. Andate con Mariano... seguramente él te quiere más que yo, porque se banca tus indefiniciones.

-Perdoname - sólo pude agregar antes de que abriera la puerta de su casa y entrara.



Me senté abatida en el cordón de la vereda y las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos con fuerza. Yo me había buscado esto, yo había provocado esta situación. Yo había hecho sufrir a un hombre al que amaba y lo había perdido. Sentía que en mi vida estaba dedicada a hacerlo todo mal ¿Sería cierto lo que me decía Francisco? ¿Acaso no lo amaba como creía? ¿Y sería Mariano quien más me amaba porque me aceptaba con esa valija llena de defectos con la que cargaba?



Aunque mi primer impulso al regresar a casa fue llamar a Mariano, me contuve. Si iba a tomar una decisión debía hacerlo fríamente, no frente a él, que con rapidez confundía mis sentidos. No fue una tarea fácil mantenerme alejada de él, ya que varias veces al día me llamaba para encontrarnos. Por más de una semana logré evitarlo, pero su insistencia crecía a medida que yo me negaba a recibirlo en casa. Reconozco que disfrutaba esperando sus llamados y escuchando sus ruegos. Y pronto comprobé que mis pensamientos giraban en torno a él casi las 24hs.



Cuando logré definirme, lo cité en casa. Mariano entró algo turbado, seguramente confundido ante mi actitud tan tajante de los últimos días. El no estaba acostumbrado a que yo le dijera que no.

Caminamos hasta el jardín y nos sentamos bajo el sauce.

-¿Se acabó mi penitencia? -me preguntó con cara seria.

-Mariano, yo no te estoy castigando, simplemente necesitaba tiempo para mí, para pensar. Vos pensabas que te iba a ver y me iba a arrojar a tus brazos sin dudarlo, ¿no?

-Tenía la ilusión... Yo estoy convencido que vos y yo estamos destinados a estar juntos; pero me mande una gran cagada y espero que puedas perdonarme y darme otra oportunidad. ¿No te parece que nos la merecemos? No es todo negro o blanco Poty, vos los sabés. A veces uno se puede equivocar, uno puede dudar; pero ¿qué sentís realmente acá? -posó su mano sobre mi pecho y luego con delicadeza subió su mano hasta mi mejilla para acariciarme.

¡Ah! Todo lo que tenía pensado decirle se esfumó en un segundo. Mariano tenía razón, estábamos destinados a estar juntos...

Al notarme obnubilada, se acercó con suma cautela y muy despacio tomó mi cabeza para que no pudiera escaparme, aunque yo no pensaba escaparme y con aún más suavidad posó sus labios sobre los míos. Aquel pequeño contacto despertó una pasión en mi ser que jamás creí que volviera a sentir.

De pronto recordé todo lo que Mariano significaba para mí, recordé el placer que experimentaba a su lado, en cada centímetro de mi cuerpo. Aquel tiempo de separación, en un instante, se esfumó.

Con determinación atrajo mi cuerpo al suyo y una sensación de completud me invadió. Nos ví desenfrenados, apasionados, besándonos, tocándonos, redescubriendo nuestros cuerpos, ansiosos por hacer el amor. Esa pasión que se había despertado varios años antes, allí, en el jardín de mi casa, había vuelto a florecer pero con mayor intensidad.

-Te amo, Poty -declaró y recostó su cabeza en mi pecho. Yo lo envolví con mis brazos y cerré mis ojos totalmente extasiada.



Mientras Mariano dormía comencé a pensar ¿qué sería de nosotros ahora? ¿Debíamos tomarnos un tiempo y decidir para dónde ir con nuestra relación? Pero mientras me perdía en deliberaciones, comprobé que esta era mi eterna actitud. Pensar, dudar, probar. Nunca definía nada, nunca apostaba a mis sentimientos sin pensar en las consecuencias. Y entonces decidí, que esta vez no sería así.

Había optado por Mariano. Mariano que me obnubilaba, me cegaba de pasión. ¿Para qué probar?, si sabía perfectamente que con él sería feliz. Entonces, ¿para qué seguir esperando?

-Po, no quiero vivir ni un minuto más sin vos -dijo aún acurrucado en mi pecho, y agregó-Quiero que nos casemos.

Su deseo me hizo sonreír. Tome su cara y la atraje hacia la mía, y antes de contestarle lo besé largamente.

-Te amo Negro. Y yo también me quiero casar con vos.

Volvimos a abrazarnos y quedamos allí, en silencio, disfrutando, fantaseando sobre ese futuro que ambos nos estábamos animando a crear.

0 comentarios:



Publicar un comentario

Dejá tus comentarios