Capítulo 14 (última parte)

CAPÍTULO 14 (ÚLTIMA PARTE)

En menos de media hora ya todos se habían marchado. Por supuesto Mariano seguía nadando en la pileta. No lo molesté por un rato, pero luego, mi impaciencia me venció y comencé a revolear una toalla al borde de la pileta para llamar su atención.
Mariano comprendió mi mensaje y luego de hacer otro largo, saltó fuera del agua para tomar aquella toalla.
-¿Vamos adentro a charlar?
Asintió con la cabeza y me siguió. Nos sentamos junto a la mesa de la cocina.
-¿Y? ¿Cómo estás? -preguntó mientras tomaba mis manos.
-En este momento me siento muy feliz, pero... medio confundida... -quise mirarlo a los ojos pero no pude.
-¿Por qué? ¿Porque transaste con el pibe de pelo largo? -lo dijo con total naturalidad, pero logró sorprenderme y avergonzarme de mis actos.
No sólo no podía mirarlo, sino que en esos momentos mi cabeza parecía haberse escondido en mi cuello. Mariano notó que me había incomodado, y como seguramente no era su intención, tomó mi mentón para que lo mirara y me sonrió.
-Poty, te conozco demasiado, era evidente que me iba a dar cuenta. Además él no hizo nada por disimularlo. No te pongas mal, no nos prometimos fidelidad. Sí prometimos que íbamos a pensar. Y yo pensé mucho -hundió sus oscuros ojos en los míos, para llenarme de confianza-. Sé que esto que nos pasa no es fácil, no es fácil para mí hacerme cargo de lo que siento por vos. Me siento muy responsable. No sos cualquier mujer... -se detuvo para volver a mirarme y tomó mis manos- ¿Estás bien o te estoy asustando?
-¡¡No!! No me estás asustando. Me encanta lo que me decís; pensé que te ibas a enojar. Ahora siento que te traicioné... -volví a hundir mi cabeza y él nuevamente levantó mi mentón.
-Vení, Poty, vení acá -me señaló sus rodillas y obedecí a su pedido-. Poty, vos no me traicionaste porque nosotros no hicimos ninguna promesa más que pensar en nosotros. No te voy a mentir, no me gusta que hayas estado con ese pibe, pero no me enoja. Yo lo único que quiero es estar con vos. No pude pensar en otra cosa mientras trabajaba, todo el tiempo pensé en vos... en nosotros y no me importa que hayamos sido amigos toda la vida, ahora quiero estar con vos. El tema es saber lo que vos querés -sus ojos se habían fijado en mi boca y me costaba prestar atención a la conversación, ya que mi deseo de besarlo y acariciarlo se iban acrecentando a medida que sus ojos ahondaban en mis labios. Supongo que Mariano sentiría algo similar.
-Yo quiero hacerte el amor -me sinceré-. En este momento no puedo pensar en otra cosa.
No me dejó terminar la idea. Me sonrió, demostrando alivio para luego besarme con desesperación. Yo también necesitaba con desesperación aquel beso. Sin perder tiempo me cargó, y sin despegar nuestros labios caminó hasta el sillón del living donde nos recostamos.
Aunque hasta ese momento no me lo había planteado, descubrí que deseaba sentir su cuerpo, acariciar su espalda, paladear sus besos. Hacer el amor con Mariano era algo tan natural como exquisito.
-Te extañaba -susurró en mi oído mientras reposaba su cabeza en mi hombro y cerró los ojos.
Mientras descansaba aproveché para pensar. Mariano causaba en mí, indefectiblemente, un torbellino de emociones. A su lado, mi razón se cegaba y mi cuerpo se encendía de pasión.
En realidad, no había mucho que pensar, concluí. Estar a su lado era lo que necesitaba, era lo que me transportaba a un mundo de fantasía, ideal. Tal vez, existirían otros hombres que me atrayeran, pero comparado con Mariano nada, absolutamente nada me parecía tan perfecto.

-Poty... -movió mi hombro pensando que dormía. Luego se incorporó y buscó su short.
Yo lo imité y también me vestí.
-Poty, yo ya sé lo que quiero. Hay mucha gente que pierde la oportunidad de ser feliz, pensando que va a aparecer algo mejor. Yo sé que somos chicos, pero creo que a nosotros ya nos llegó ese momento y no estoy dispuesto a desperdiciarlo -me sonrió con sus ojos y con su labios.
-Sé que tenés razón, y creo que no tenemos que perder más tiempo. Yo también quiero estar con vos, en este momento no se me puede ocurrir otra opción -le devolví su sonrisa y lo abracé.
-¡¡¡Tenemos que festejar!!! ¡¡Estamos de novios!! ¿Te das cuenta? -me levantó entre sus brazos para hacerme girar como a un chico-. ¿Vamos a cenar?
En ese momento recordé que me había citado con Francisco y que faltaba apenas una hora para que pasara por mí.
-Negro, no te enojes... pero había quedado en salir con Francisco -observé su rostro y no me agradó su expresión-. No te enojes, me parece una buena oportunidad para cerrar esa relación. Me parece que le debo una explicación -lo besé para apaciguar su ánimo.
-Está bien, tenés razón. Entonces te dejo, pero mañana temprano nos vemos... ¿si?
-Sí Negro, ¡no sabes lo feliz que me haces! ¡Te amo! -Oí que salía de mis labios. Se sorprendió para luego sonreir.
-Mejor me voy, porque si me quedo dos segundo más no voy a poder dejar de hacerte el amor.
Me besó con mucha dulzura y se marchó.

¡¡Qué momento!! pensé. Tendría que enfrentar a Frank. Era un buen tipo, la pasaba bien con él. Me dolía tener que contarle mi determinación; pero la vida es así. Tal vez... tal vez, bajo otras circunstancias hubiera sido distinto. Pero mi felicidad estaba con Mariano. Y eso no lo dudaba ni por un segundo.
Me bañé con pereza e intenté arreglarme cuanto pude, y cuando terminaba de peinarme, sonó el timbre. Al abrir la puerta lo encontré apoyado en un auto, noté que se había arreglado y hasta llevaba su cabello bien peinado, cosa poco usual.
Por suerte no intentó besarme en la boca y luego de un saludo algo tenso me invitó a subir a ese auto en el que se apoyaba, que resultó ser suyo. Viajamos en silencio, nos detuvimos en un restaurante frente al río. Una vez ya acomodados comenzó a hablar.
-No sé que pasó esta tarde en tu casa desde que me fui; pero te noto distinta. Así que antes de que me digas lo que me tengas que decir, voy a hablar yo -quise interrumpirlo, no quería que quedara expuesto, me parecía innecesario, pero no me lo permitió-. Cuando me fui de tu casa, intenté entender por qué me había puesto tan mal, por qué me sentí amenazado. Pensé que había exagerado, pero me di cuenta de que me gustás. Me parece que vos valés la pena, y si me preguntás por qué, no lo sé. No es algo que se pueda razonar. Creo que con vos me arriesgaría a probar. Lo que te estoy diciendo es que me encantaría ser tu novio -hasta ese momento sus ojos se desviaban de un trozo de pan a otro, pero al finalizar su discurso, los clavó fijamente en los míos.
¡¡Por que me haces esto!!, pensé. Era muy duro tener que decirle lo que sentía a ese par de ojos azules que me miraban expectantes.
-Frank, me parecés un tipo divino. Aunque la verdad es que mucho no nos conocemos, ni jamás hablamos de cosas demasiado profundas, me doy cuenta de que sos un tipazo. Y si me hubieras dicho esto en otro momento de nuestras vidas estaría re feliz –no me dejó continuar.
-Pero ahora estás saliendo con tu amigo, ¿no?
-Sí... hoy me di cuenta de que estoy enamorada de él y porque me encantás creo que no te merecés que te mienta. Te juro que estoy pasando un muy mal momento -necesité sincerarme-. Nunca pensé que iba a tener que rechazar a un tipo que me encante tanto como vos; pero lo que siento por Mariano es muy fuerte. Frank, yo no te quiero joder y dentro de mis posibilidades no quiero que pases un mal momento.
-No vas a poder evitar que pase un mal momento, creo que lo tendrías que haber pensado en San Bernardo, así nos hubiéramos ahorrado esto, creo que no fuiste sincera ni conmigo, ni con vos misma. Ya está, yo lo único que quiero agregar es que no me pidas que deje de juntarme con los chicos... -entonces fui yo quien lo interrumpió.
-¡Nunca pensé pedirte algo así! Pero yo tampoco voy a dejar de verlos.
-No, claro -dijo asomando una pequeña de sus sonrisas-. Yo me bancaré verte con Mariano y vos te bancarás verme y saber que siento que sos la mujer de mi vida, y que no me voy a dar por vencido tan fácilmente -sus últimas palabras me impactaron, pero no quise demostrárselo.

Aquella cena ya había perdido su sentido, entonces decidimos abandonar aquel lugar lo más rápido que pudimos. No puedo negar que aquella charla dejó una sensación de incomodidad en el recuerdo de tan bello día.

0 comentarios:



Publicar un comentario

Dejá tus comentarios