Capítulo 19 (segunda parte)

CAPÍTULO 19 (Segunda parte)

Los chicos se sorprendieron al verme, tal vez no me esperaban tan pronto. Francisco también se sorprendió, pero como estaba junto a su novia, se cuidó de decir algo que resultara irónico y especialmente dirigido a mí.
El ambiente se notaba tenso entre Natalia y Matías, y hacía que el resto del grupo estuviera tan tenso como ellos.
Cuando comencé a sentirme incómoda, tomé mi lona y fui a recostarme cerca de la orilla.
Me descubrí pensando en Natalia, Matías y Lucas. Me daba mucha bronca que mi amiga no pudiera estar con quien quisiera por no herir los sentimientos de un amigo. Tal vez a Lucas no le importaba Natalia, o tal vez nunca se había animado a sentir nada por respeto a Matías. Tal vez, siempre hay un tal vez en las relaciones. Es increíble como la vida puede ir para distintas direcciones con sólo alterarse un factor. De pronto me vi trasladando aquellos pensamientos a mi vida amorosa... ¿Cuán distinta sería mi situación, si hace dos años no hubiera decidido elegir a Mariano y hubiera dado rienda suelta a lo que sentía por Francisco? ¿O cuán distinta sería la situación de Naty si se hubiera animado a decirle a Matías desde un principio por qué no quería salir con él?
De pronto mis pensamientos se vieron interrumpidos por un cuerpo que se arrojó a mi lado en la arena.
-¿En qué está pensando esta diosa? -dijo Lucas mientras apoyaba la cabeza sobre su mano.
-¡¡Si supieras!! -¡qué lío armaría si le contara de mis pensamientos!, aunque me sentía tentada.
-Yo me fui de la carpa porque estos últimos días, no te imaginás lo incómodo que se está si se juntan Matías y Naty.
-En realidad estaba pensando en eso. No entiendo por qué Matías no se resigna y empieza a mirar para otro lado, ya sería hora de que se diera cuenta de que Naty no tiene interés.
-Sí, calculo que estas vacaciones le servirán para darse por vencido.
-Si... -lo interrumpí- y que deje que por fin se le acerquen otros chicos.
Lucas se incorporó y me miró con picardía.
-¿Sabés algo que yo no sepa?
¡Metí la pata! Pensé, pero en ese momento una patada de arena manchó mi cara y distraje mi atención buscando al agresor, que obviamente no era otro que Francisco. “Perdón”, gritó desde lejos y siguió corriendo hacia el mar.
-Ahí va otro que a pesar de los años parece no cambiar de gusto -me dijo Lucas riendo.
-Sí, del gusto que le causa molestarme.
-Bueno... ¿vamos a la carpa a tomar mate? -así lo hicimos.
Debido a que el ambiente a cada minuto se iba poniendo más tenso, al día siguiente, Natalia decidió enfrentar a Matías para confesarle sus sentimientos. Mientras ambos se alejaron para caminar por la orilla, todos nos quedamos mudos y expectantes, sabiendo que nuestros amigos estarían por pasar un momento bastante complicado.
Matías era un buen chico, y estaba enamorado, por eso sintió que la única solución era escapar. Al escuchar las palabras de Natalia, prometió no volver a molestarla. Pero evidentemente necesitaba tiempo, tiempo para olvidarla y para no romper la amistad con quien era su gran amigo. Por eso, el día posterior a su charla, se marchó.
Aunque todos sentimos pena por su partida, varios confesaron que su ausencia había aliviado el malestar que se vivía en aquellos días de vacaciones.
Observé que Lucas caminaba algo desorientado por la orilla del mar y corrí a investigar en qué estaba pensando.
-¿Todo bien? -le pregunté mientras lo codeaba.
-Sí... preocupado por Matías. Cuando quise preguntarle qué habían hablado, me contestó que necesitaba estar solo, que después en Buenos Aires hablábamos. Me da pena que esté tan mal y que no me haya dejado ayudarlo -justamente no era él quien podría ayudarlo.
Yo moría por decirle por qué su amigo estaba así, pero no me correspondía, por eso apenas le sonreí como respuesta.
Luego de un largo silencio, noté que quería decirme algo, pero parecía dudar, entonces le insistí para que se sincerara. En verdad no pensaba que iba a cambiar de forma tan rotunda el rumbo de la conversación.
-No sé si te lo tendría que decir, pero como no soy mina, no me gustan esas cosas de misterio, así que te lo digo. Ayer a la noche vino Francisco a encararme. Me preguntó si me pasaba algo con vos...
Me sorprendió su relato y debió reflejarse en mi cara.
-No te preocupes, no me pasa nada -se apuró a decir al ver mi expresión- y eso mismo le contesté a él. De todas maneras, largó el rollo y me dijo que como no quería pelearse con un amigo, si me gustabas, él era capaz de dar un paso al costado.
Estaba entre indignada y sorprendida.
-¿Así es como siempre hablan sobre las mujeres? -realmente no sabía qué más decirle y al darse cuenta de que mucho no me había agradado su historia, no contestó mi pregunta, pero intentó salvar la situación.
-No te lo conté para que te ofendieras... simplemente para que sepas que hay alguien por ahí que está pensando en vos y que se pone celoso por sólo verte hablar con otro chico.
-No nos olvidemos que ese alguien que anda pensando en mí y que me ve como una mercadería, está de novio -contesté algo enojada.
-Ese ya no es mi problema. ¿Vamos a la carpa? Te confieso que necesito huir de esta charla, porque siento que me tendría que haber callado -rió con picardía y juntos regresamos al balneario.
-¿En qué andan ustedes que últimamente no paran de secretear? -preguntó Lola en cuanto llegamos e inmediatamente vi como Naty y Francisco nos clavaban la mirada.
-¡Qué indiscreta, Lola! Ahora voy a tener que contarle a todos que somos amantes -dijo Lucas y largó una carcajada.
En cambio yo preferí invitar a Naty a dar un paseo para comentarle lo que me había contado Lucas y despejar en ella cualquier duda que tuviera sobre nuestra charla.
-¿Sabés qué opino? -dijo Naty en cuanto terminé con mi relato- que nosotras dos tenemos que cortarla, que si salgo con Lucas, Mati, Francisco, Mariano... realmente la tenemos que cortar, porque pensar en ellos, hacer méritos, no nos sirvió para nada. Nosotras dos somos lindas, jóvenes, divertidas. Tenemos que salir a joder, a divertirnos y transarnos a algún chico y dejarnos de pensar, porque si no lo hacemos ahora, no lo vamos a hacer nunca más -concluyó rotunda. Y realmente deduje que tenía razón.

Por eso, aquella noche, cuando estábamos en el pub, decidimos alejarnos del grupo y tomarnos un rato para divertirnos. No fue difícil encontrar chicos dispuestos a divertirse con nosotras.
Me desperté contenta. Me sentía como a los 18, despreocupada, vital y con pensamientos triviales.
Ya en la playa, Lola y Lucrecia nos miraban entre sorprendidas y divertidas, hasta que se acercaron a preguntarnos qué nos había pasado anoche.
-Fácil, nosotras no estamos de novias, ni con vista a estarlo, y nos cansamos de vestir santos -contestó Naty feliz mientras se arrojaba en una lona al sol.
-Sí, las vi muy contentas transando por los rincones -acotó Lola.
-Y... reconozcamos que viene bien que te mimen -le contesté e imité a Naty.
-Me parece muy bien por ustedes. Además se nota mucho el cambio de humor -agregó Lucrecia.
-Y quién les dice, de paso, a lo mejor, logran darles celos a los chicos -dijo Lola.
-No es esa mi intención -se apuró a contestarle Natalia, pero ambas sabíamos que cabía esa posibilidad.

Debido a nuestro éxito, tanto a la hora de la conquista, como al ver los resultados en nuestro estado de ánimo, continuamos con nuestro plan de diversión sin preocupación. Y al acercarse el día de mi regreso a Mar del Plata, comprobé lo bien que me habían venido esos días en San Bernardo. Mis pensamientos respecto a Mariano habían sido casi nulos, ni siquiera había ido a chequear mis mail, esperando alguna frase esperanzadora, que en esos momentos, con sinceridad, no me interesaba recibir. Repasaba estos avances, tirada en la arena, en mi último día en San Bernardo y cuando comprendí que me sentía en paz, decidí darme el lujo de hacer algo que me encantaba, cerrar mis ojos, no pensar y dormir sintiendo el calor del sol en mi rostro.
Pero cuando había conciliado el sueño, sentí que un cuerpo pesado se arrojaba a mi lado y no tuve más remedio de abrir mis ojos.
-¿Dormías? -preguntó Francisco sonriendo, mientras apoyaba su codo en la arena.
-Sí, ¿podré seguir durmiendo? -más que una pregunta, intenté invitarlo a retirarse, pero no se movió.
-No, no creo, porque vine a charlarte, y cuando hablo me gusta que me presten atención -terminó su frase y desplegó su usual sonrisa.
-Entonces, no me va a quedar otra que escucharte -me recosté de costado para poder mirarlo.
-Así que te vas. Pensé que íbamos a tener unas vacaciones intensas, pero no tuvimos tiempo.
-No creo que a tu novia le hubiera gustado. Hablando de Clara, ¿dónde está?
-Se fue a correr por la orilla, lástima que no se le dio antes por el deporte. Pero bueno, ya era hora de tener un ratito para charlar. ¿Qué fue eso de andar todas las noches con un pibe distinto? -fue directo al grano, se notaba que quería aprovechar los pocos minutos que tendría para estar conmigo.
-¿Acaso me estuviste controlando? -me mostré burlona.
-No hizo falta controlarte, no hiciste nada por esconderte. Sos una Florencia muy distinta a la que conocí hace dos años. En aquellos tiempos no era tan fácil transarte.
Sin quererlo, largué una carcajada.
-No era tan fácil para vos. La verdad es que los chicos que conocí este verano fueron encantadores, imposible de negarles un beso -estaba muy divertida.
-Bueno, si preferiste estar con ellos a estar conmigo, entonces te felicito.
-Francisco, disculpame que te lo recuerde, pero vos estás de novio. Además no sé por qué pensás que yo querría estar con vos -¡Qué personaje extraño!
-Porque aunque no lo reconozcas, yo sé que nunca te dejé de gustar. Y el tiempo me va a dar la razón. ¿O vos no te cuestionás por qué a pesar que pasó tanto tiempo, nos volvemos a encontrar acá, donde empezó todo? -no me estaba jorobando, estaba hablando en serio, pero yo no quería darle importancia a sus palabras, no estaba para tener conversaciones serias.
-Vos y yo nunca nos dejamos de encontrar, será por la mágica razón que compartimos el mismo grupo de amigos, que da la casualidad, siempre veranean en San Bernardo. La verdad es que el destino es maravilloso -no dejaba de reírme, y al ver que lo tomaba en broma, Francisco parecía ponerse aún más serio.
-Hacete la tonta, pero te puedo asegurar que en cuanto vuelvas a Mar del Plata, no va a pasar un solo día en que no pienses en mí y en lo distinto que podría haber resultado lo nuestro. Y vas a pensar en mí, y no en el que vos crees que es tu gran amor –tomó mi mentón para acercar mi rostro al suyo-. Te aseguro que vas a pensar en mí -dejó ver una media sonrisa y con rapidez besó mis labios.
-Esto es sólo para asegurarme -desvió su vista hacia el mar y con agilidad se levantó-. Ahí viene Clara -me dijo mientras corría hacia las carpas.

Y Francisco no se equivocó. Muy a mi pesar ocupó gran parte de mis pensamientos.
Pero para mediados de febrero, todos mis pensamientos románticos fueron abruptamente cortados al recibir la novedad que me dio mi padre.
Con mucha solemnidad y misterio me invitó para que cenáramos solos, situación que me llamó bastante la atención, y ante el halo de misterio que creó, comencé a fantasear con distintas noticias que me daría.
Por ello, en cuanto sirvieron la comida, lo increpé para que dijera lo que tenía que decir.
-Bueno, Poty, tengo algo para contarte -bajó su vista y continuó-. Decidimos vivir juntos con Teresa... -hizo un silencio, seguramente para que contestara, pero yo no sabía que contestar. No me imaginaba compartiendo mi casa con Teresa. Al ver que yo no decía nada, prosiguió:
-Y bueno, como ella tiene toda su familia acá, decidimos que nuestro lugar de residencia sea Mar del Plata... y queríamos que te vinieras a vivir con nosotros.
¡No! ¡Otra vez no! Pensé cargada de angustia. Si no había querido dejar mi vida por Mariano, menos aún por mi papá, con quien últimamente era muy poco lo que compartía. Para no demostrar mi rabia y mi angustia, decidí esconder mi rostro con mis manos.
-¿Y, Po? ¿Qué te parece? -él parecía no darse cuenta qué me parecía aquella idea-. ¿Y, Po? -repitió. Su última pregunta desató en mí una increíble ira.
-¿Vos qué creés que me parece, papá? -dije cargada de odio- ¿Sabés lo que me parece? Que yo no le importo a nadie. Que cualquier cosa es mejor que estar conmigo. Que lo que yo hago y vivo no tiene nada de importancia. Eso creo. Hace un par de meses, Mariano me dejó por un trabajo... y ahora mi padre me deja por una novia. Está bien, es tu vida y tu mujer tiene su vida acá. Y eso es mucho más importante que tu hija. Total, que vos tengas una hija parece no tener demasiada importancia. Si ya desde hace varios años que parece no tener demasiada importancia, ¿por qué la iba a tener ahora? ¿Cómo vamos a dejar que Teresa haga el gran esfuerzo de dejar a su familia, si la estúpida de Poty puede dejar todo lo suyo para venir a vivir la farsa de la familia perfecta que no existe y nunca existió? Eso pienso papá... que yo te importo un carajo, que mi vida y mi seguridad te importa un carajo, y por supuesto que mi respuesta es no, ni en pedo me vengo a vivir acá. Yo tengo mi casa, mi vida, mis amigos y mis intereses en Buenos Aires... y si no los dejé por Mariano, que se preocupaba y me cuidaba, menos lo voy a dejar por vos.
Terminé con mi réplica y me levanté. No quería escucharlo, mirarlo, ni tenerlo cerca. Me sentía indignada, desamparada, desechada. Se repetía la historia, nuevamente era abandonada y no quería revivir esos sentimientos.
Sentí que papá me gritaba para que regresara, pero no lo hice. Tomé un taxi y le pedí que me dejara en la terminal de ómnibus. Y luego de esperar una hora, me encontraba regresando a Buenos Aires.

0 comentarios:



Publicar un comentario

Dejá tus comentarios